domingo, 22 de febrero de 2015

2004 - Auxiliar de clínica veterinaria

Los animales siempre me han gustado así que decidí hacer un curso de auxiliar de veterinaria. Fue por correspondencia pero tenía prácticas en una clínica veterinaria. Lo que quiero contar por aquí son algunas de las cosas que viví mientras realizaba esas prácticas.
El curso lo hice en el año 2004, así que a día de hoy estaría oxidada a la hora de trabajar en algo así. En su día le puse ilusión pero por unas cosas u otras no ha sido el trabajo de mi vida... Pero siempre guardaré gratos recuerdos de aquellos días.
Mi cuaderno-diario
En su momento escribí una especie de diario de los animales y las enfermedades o casos que se trataban cada día. Lo he recuperado para poder relatar los momentos que mejor recuerdo y, sobre todo, para alguno de los que ahora mismo mi memoria no tenga constancia.
Primero deciros que la clínica en la que hice prácticas se llamaba (no sé si aún sigue igual...) +Clínica y en ella trabajaban tres veterinarios y una bióloga-auxiliar. Los veterinarios eran Blanca, Carlos Rodríguez (conocido veterinario en medios de comunicación, claro, que yo hasta ese día no le conocía), Álvaro (especialista en exóticos) y Marta (la bióloga).
Las prácticas las hacía de lunes a viernes y unos días de 11:30 a 14:30 y otros de 17:00 a 20:00. Esto lo he sacado de mi "diario" porque ya no lo recordaba.
Cachorro de Shar-pei
El primer día conocí a Oddie un cachorro de shar-pei, fue la primera vez que tocaba un perro de esta raza. Venía simplemente a que le hiciesen un chequeo y a ponerle la segunda vacuna. Volví a verle en otra ocasión y la verdad es que era adorable. 
Tuve contacto con otro shar-pei pero su final, por desgracia, no fue feliz. Se trataba de un cachorro que sufría ataques epilépticos y por el que no pudieron hacer nada. Una tarde me tocó vigilar que no se cayese de la mesa de exploración como una hora y media, le cogí mucho cariño y me entró mucha pena el saber que al día siguiente cuando volví por la tarde, ya le habían "dormido" esa misma mañana.
Pero prefiero contaros experiencias agradables o curiosas.
La clínica estaba ubicada (lo pongo en pasado porque aunque sigue existiendo ya no están los mismos que antes y no sé si conserva el mismo nombre, me da añoranza ir después de tanto tiempo para averiguarlo) dentro de una tienda de mascotas que hay en un centro comercial (el Parque Corredor, en Torrejón de Ardoz). La tienda de mascotas era negocio de otros pero los veterinarios de la clínica chequeaban a los animales que iban a la tienda. Eso sí, no eran partidarios de la forma en que llegaban los cachorros apiñados en transportines, sucios y enfermos. Porque todos llegaban sucios y con fiebre. Y, casi siempre, sedientos de las largas horas que algunos pasaban del lugar de origen al lugar de venta.
Una tarea que me tocó a mí a diario era ir a darles las pastillas desparasitarias. Era a la vez divertido, difícil y desesperante. Algunos perritos colaboraban, los pocos... Pero los que se resistían, tela. Sobre todo los yorkshire que para mí resultaron los más difíciles ya que, al ser tan pequeños, parecía que les ibas a hacer daño para hacerles tragar la pastilla. 
Les llamé a todos "mis chuchis", a modo afectivo ya que todos los perros de venta son de raza. 
Así que todos los días me tocaba una visita a "mis chuchis". Daba alegría saber que alguien los compraba porque se libraban de estar encerrados en las vitrinas, pero pena porque ya no los vería salvo en su primera revisión que se hacía en "nuestra" clínica ya que entraba en la garantía de la compra.
Llegué a coger cachorros de las siguientes razas: pastor alemán, dálmata, yorkshire, shih tzu, shar-pei, golden retriever, bulldog ingles y francés, caniche, bichón maltés, pomerania, chow-chow, schnauzer, "westy" (west highland white terrier), teckel, carlino (o pug), cocker, beagle...
Cachorro de Shih tzu
A un shih tzu le cogí mucho cariño porque el pobrecito tenía conjuntivitis y nadie le quiso hasta que no se le curaron los ojitos. Así que fue uno de los "chuchis" a los que más tiempo atendí, ya que además de darle la pastilla le limpiaba los ojitos.
En vez de contar anécdotas de la propia clínica me he centrado en las tareas con los perros que atendíamos de la tienda porque fue una de las cosas que más me gustó. 
Sin contar que no me gusta que metan a los pobres perros en urnas, la explotación a la que se someten a las perras de cría, etc. Ese sería otro tema. 
Dentro de la clínica os contaré cosas a destacar que vi. Una de ellas fue un perro que llegó con la cara muy hinchada, sobre todo los ojos y los belfos. Tenía la cara muy deformada por una reacción alérgica. Al igual que en las personas el remedio fue Urbason y todo salió bien. Los dueños sospecharon que la causa fue la ingesta de una oruga. 
Los perros (habrá excepciones, claro está) se comen todo, pero todo. En una vitrina tenían los objetos que habían sacado de estómagos de perros tras operaciones (algunas de urgencia) a modo de recuerdo para enseñárselos a aquellos dueños reacios de ponerles bozal a sus perros "come-todo" porque les daba pena verlos con éste. Había piedras que no sé como son capaces de comer. 
Unos de los momentos que más se me quedaron grabados fueron en los que entré en el quirófano. 
La primera vez fue sólo de pasada para ver como terminaban la sutura de una gata a la que acababan de esterilizar. Pero la segunda fue en una operación de rodillas a un yorkshire al que tenían que poner unos tornillos para poder ponerle las patitas rectas ya que andaba torcido. Tuve que salir un momento en que me empezaba a marear por la mezcla de olores (sangre y el que desprende el bisturí eléctrico en la piel) y el calor de los focos junto con el que daban la mascarilla y los guantes (obligatorios para cualquiera que entre a quirófano aunque sólo sea como espectador).
Igual me estoy extendiendo mucho pero no me quiero dejar nada que me parezca digno de mencionarse. 
Ayudé a sujetar animales a la hora de las revisiones y a la hora de realizar radiografías (también revelé alguna en el cuarto oscuro, lo que me pareció muy interesante) a lavar a algunos tras operaciones (cosa que me gustaba menos por la sensación de cogerlos aún anestesiados), puse vacunas intramusculares (en vena no llegué a hacerlo) a unas cobayas para prevenir la sarna y a un perro que no recuerdo que tratamiento seguía. Al ser intramusculares el pinchazo es en la nuca del animal. Primero aprendí a cargar las jeringas sin dejar aire en ellas. 
Me explicaron algunas formas de vendaje y en su momento recordaba muchos detalles de todos los casos que venían y como se trataban. 
Descubrí que los gatos al despertar de la anestesia lo hacen mucho más rápido y enfadados que los perros, que es muy divertido ver como alguien intenta pinchar a un camaleón sin que le vea venir (es lo que tiene girar los ojos 180º), lo difícil que es conseguir que un cachorro de dálmata permanezca quieto a la hora de que suba al peso (parecía un canguro), que hay iguanas que ocupan todo un mostrador, lo feo que es ver un ácaro al microscopio y lo curioso de ver mi propia sangre.
No llegué a saber interpretar radiografías, pero como he mencionado me gustó revelarlas. Descubrí lo que pesa el delantal de plomo. Que cuando se le hecha fluoresceína a un perro en los ojos termina con la trufa (nariz) de un verde fluorescente. Que las espigas "trepan" por las orejas de los cockers y que es buena idea recortar los pelos de las almohadillas de los peludos para que no se les enganchen pequeños pinchos o palos. 
Fueron tres meses muy gratos y en los que aprendí muchas cosas sobre los animales, sobre todo una que ya sabía pero que quedó aún más reforzada, lo sencillo que es quererles a simple vista. 
Espero que no os haya aburrido y cualquier cosa que os haya llamado la atención, me lo comentáis. 

8 comentarios:

  1. Nunca aburres, Tami. Ha sido una entrada preciosa. Escribes muy bien.

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  3. el perro shih tzu es identico al mio identico OMG! *-*

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  4. Vaya sorpresa haberme encontrado con tu relato!!! porque yo estoy pensando en pedirles que me dejen hacer las prácticas con ellos en donde están ubicados actualmente. Entonces me lo recomiendas? Gracias!

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    1. Hola, te he leído ahora.
      La clínica sigue existiendo pero los veterinarios que estaban allí, Carlos y Blanca ya no sé por donde andarán. Ha pasado el tiempo y perdí el contacto. Siento no servirte de ayuda.

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    2. Perdonar por no responder antes.

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