miércoles, 25 de febrero de 2015

Reseñas, libros de Christine Nöstlinger

Christine Nöstlinger:

(Información sacada y copiada tal cual de Wikipedia)
Nació en Viena (Vic) y estudió en la Academia de Bellas Artes de su ciudad natal. Empezó a colaborar en periódicos y en la radio en temas de educación, y así entra en contacto con autores de libros infantiles, que la animan a escribir. Su primera publicación fue Los chicos del sótano mágico (1971); al año siguiente obtuvo el Deutscher Jugendbuchpreis (Mejor Libro Infantil publicado en Alemania) por Me importa un pepino el rey Comino. Se produjo una cierta polémica, que no ha remitido, con esta autora, porque su ideología claramente liberal y muy progresista chocaba (y choca) con la sociedad a la que dirige sus libros. Sus puntos de vista sobre las relaciones familiares, la escuela y la educación, las relaciones entre jóvenes —desde la amistad al erotismo—, la marginación y la intolerancia, la liberación de la mujer son temas que todavía hay educadores que consideran que no son adecuados para jóvenes lectores. Sin embargo, nadie discute sus cualidades literarias, ni su papel innovador en la tendencia realista de la literatura infantil, que en sus manos se convierte en realismo crítico, con influencias claras de Thomas Mann; por lo tanto, en esta autora se ve muy claro cómo el Bildungsroman se transforma en cuento de iniciación. Ahora bien, su lenguaje es sencillo, lleno de humor y ternura, con el fin de atraer y atrapar a los lectores. Entre las obras que siguieron figuran: Un marido para mamá (1972), ¡Qué asco! (1973), Pepito (1975), Lollipop (1976) y, por fin, Konrad, o el niño que salió de una lata de conservas (1977), el libro en el que se funden casi todas las características arriba apuntadas y que supuso su reconocimiento en muchos otros países. Posteriormente publicó (lleva más de setenta editados): Mi amigo Lucki-Live (1978), Una historia familiar (1981), Filo entra en acción (1982), Gretchen se preocupa (1983), Querida Susi, querido Paul (1984) y Olfato de detective (1992). En 1984, le fue concedido el Premio Andersen por el conjunto de su obra.

Opinión personal sobre: Konrad o el niño que salió de una lata de conservas
Como este año me he propuesto el reto de leer 50 libros y existe un reto por criterio en los libros a leer, como por ejemplo, un libro de tu infancia, pues me decidí por este.
No le tenía pero le conseguí de segunda mano. Cosa que ya de primeras me pareció genial porque le suma valor en sí. Una edición nueva, para mí, hubiese tenido menos encanto. Además, he visto por Internet que la portada ya no es la misma que aquella del libro que leí en la biblioteca de mi colegio y que es la que tiene el que ahora tengo.
Debo decir que si no del todo, recordaba casi todo lo que iba leyendo.
¡Qué grato momento he pasado leyéndolo!
Y aunque sea un libro infantil, no le falta de nada. Hay amistad, amor, “tragedia”, humor, suspense…
Quien no lo conociese, de entraba, puede pensar en lo curioso del título, pero es justo lo que pone lo que ocurre en la historia. Konrad “nace” de una lata de conservas. Es un niño muy educado y perfecto que se ve, por error, en la vida de una señora caótica y con una visión del Mundo peculiar y divertido, la señora Bartolotti.
A mí me encanta la señora Bartolotti, creo que con más señoras así el Mundo sería un mejor lugar para vivir.
Ella no piensa en qué dirán los demás, actúa por instinto, al momento y con corazón. No le gusta la hipocresía, no se caya ni una.
Y cuando tiene que defender lo que quiere, a Konrad (al que empieza a querer nada más “nacer”) lo hará “con uñas y dientes”.
Konrad es un niño tan educado que nos puede parecer un poco insulso, pero cuando tiene que poner de su parte porque no se le lleven, descubriremos un Konrad que puede llegar a convertirse en un niño casi normal (o lo que consideramos normal).
Hay dos personajes secundarios que os diré que aportan, también, su gracia al relato.
En el final de la historia sólo quieres que todo salga bien (aunque sepas que así será) porque esta inusual pareja no deben separarse jamás.Se lo recomiendo a quien quiera pasar un rato agradable, divertido y volver un poco a esos años de inocencia que tantas veces añoramos.

Opinión personal sobre: Me importa un comino el rey Pepino

Este libro lo leí hace unos años y decidí releerlo al darme cuenta (antes no me había fijado) de que era obra de la misma escritora de Konrad o en niño que salió de una lata de conservas. Libro que releí, también, hace unos días y me pareció muy divertido.
Centrándome en el que reseño, decir que es un libro fresco con una historia increíble pero a la vez de lo más normal por la sencillez en que los personajes viven la experiencia de encontrar en su casa nada más y nada menos que a un auténtico rey, aunque sea un pepino.
El rey les pide asilo ya que sus súbditos se han sublevado. No es de extrañar cuando descubres lo egoísta y engreído que es.
Además de ser un pesado de cuidado con sus manías y estar en todo momento cotilleando lo que hace la familia, lo cual les crea una serie de conflictos.
El único miembro que le soporta es el padre. Que se dedicará más al cuidado del rey Pepino que de su propia familia. Por lo que los demás se unirán para acabar con dicha situación.
Una de las cosas que más me gustó es la buena relación que tiene Wolfgang, uno de los hijos y quien nos cuenta la historia, con su hermana Martina.
Y lo claro que es el abuelo a la hora de que se hagan saber sus opiniones.
Por los dos libros que he leído de esta autora me da la sensación de que es una persona a la que no le gusta callarse nada. Y, aunque con cuidado porque es un libro infantil- juvenil, dice las cosas como son.
Resumiendo, la historia fluye y se lee en una tarde, es entretenida y nada convencional por lo que es ideal para una tarde en la que uno quiera leer algo para no complicarse y que te deje una sonrisa en la cara.

Anécdota: no recordaba lo divertido que es leer con dibujos en las páginas.

domingo, 22 de febrero de 2015

2004 - Auxiliar de clínica veterinaria

Los animales siempre me han gustado así que decidí hacer un curso de auxiliar de veterinaria. Fue por correspondencia pero tenía prácticas en una clínica veterinaria. Lo que quiero contar por aquí son algunas de las cosas que viví mientras realizaba esas prácticas.
El curso lo hice en el año 2004, así que a día de hoy estaría oxidada a la hora de trabajar en algo así. En su día le puse ilusión pero por unas cosas u otras no ha sido el trabajo de mi vida... Pero siempre guardaré gratos recuerdos de aquellos días.
Mi cuaderno-diario
En su momento escribí una especie de diario de los animales y las enfermedades o casos que se trataban cada día. Lo he recuperado para poder relatar los momentos que mejor recuerdo y, sobre todo, para alguno de los que ahora mismo mi memoria no tenga constancia.
Primero deciros que la clínica en la que hice prácticas se llamaba (no sé si aún sigue igual...) +Clínica y en ella trabajaban tres veterinarios y una bióloga-auxiliar. Los veterinarios eran Blanca, Carlos Rodríguez (conocido veterinario en medios de comunicación, claro, que yo hasta ese día no le conocía), Álvaro (especialista en exóticos) y Marta (la bióloga).
Las prácticas las hacía de lunes a viernes y unos días de 11:30 a 14:30 y otros de 17:00 a 20:00. Esto lo he sacado de mi "diario" porque ya no lo recordaba.
Cachorro de Shar-pei
El primer día conocí a Oddie un cachorro de shar-pei, fue la primera vez que tocaba un perro de esta raza. Venía simplemente a que le hiciesen un chequeo y a ponerle la segunda vacuna. Volví a verle en otra ocasión y la verdad es que era adorable. 
Tuve contacto con otro shar-pei pero su final, por desgracia, no fue feliz. Se trataba de un cachorro que sufría ataques epilépticos y por el que no pudieron hacer nada. Una tarde me tocó vigilar que no se cayese de la mesa de exploración como una hora y media, le cogí mucho cariño y me entró mucha pena el saber que al día siguiente cuando volví por la tarde, ya le habían "dormido" esa misma mañana.
Pero prefiero contaros experiencias agradables o curiosas.
La clínica estaba ubicada (lo pongo en pasado porque aunque sigue existiendo ya no están los mismos que antes y no sé si conserva el mismo nombre, me da añoranza ir después de tanto tiempo para averiguarlo) dentro de una tienda de mascotas que hay en un centro comercial (el Parque Corredor, en Torrejón de Ardoz). La tienda de mascotas era negocio de otros pero los veterinarios de la clínica chequeaban a los animales que iban a la tienda. Eso sí, no eran partidarios de la forma en que llegaban los cachorros apiñados en transportines, sucios y enfermos. Porque todos llegaban sucios y con fiebre. Y, casi siempre, sedientos de las largas horas que algunos pasaban del lugar de origen al lugar de venta.
Una tarea que me tocó a mí a diario era ir a darles las pastillas desparasitarias. Era a la vez divertido, difícil y desesperante. Algunos perritos colaboraban, los pocos... Pero los que se resistían, tela. Sobre todo los yorkshire que para mí resultaron los más difíciles ya que, al ser tan pequeños, parecía que les ibas a hacer daño para hacerles tragar la pastilla. 
Les llamé a todos "mis chuchis", a modo afectivo ya que todos los perros de venta son de raza. 
Así que todos los días me tocaba una visita a "mis chuchis". Daba alegría saber que alguien los compraba porque se libraban de estar encerrados en las vitrinas, pero pena porque ya no los vería salvo en su primera revisión que se hacía en "nuestra" clínica ya que entraba en la garantía de la compra.
Llegué a coger cachorros de las siguientes razas: pastor alemán, dálmata, yorkshire, shih tzu, shar-pei, golden retriever, bulldog ingles y francés, caniche, bichón maltés, pomerania, chow-chow, schnauzer, "westy" (west highland white terrier), teckel, carlino (o pug), cocker, beagle...
Cachorro de Shih tzu
A un shih tzu le cogí mucho cariño porque el pobrecito tenía conjuntivitis y nadie le quiso hasta que no se le curaron los ojitos. Así que fue uno de los "chuchis" a los que más tiempo atendí, ya que además de darle la pastilla le limpiaba los ojitos.
En vez de contar anécdotas de la propia clínica me he centrado en las tareas con los perros que atendíamos de la tienda porque fue una de las cosas que más me gustó. 
Sin contar que no me gusta que metan a los pobres perros en urnas, la explotación a la que se someten a las perras de cría, etc. Ese sería otro tema. 
Dentro de la clínica os contaré cosas a destacar que vi. Una de ellas fue un perro que llegó con la cara muy hinchada, sobre todo los ojos y los belfos. Tenía la cara muy deformada por una reacción alérgica. Al igual que en las personas el remedio fue Urbason y todo salió bien. Los dueños sospecharon que la causa fue la ingesta de una oruga. 
Los perros (habrá excepciones, claro está) se comen todo, pero todo. En una vitrina tenían los objetos que habían sacado de estómagos de perros tras operaciones (algunas de urgencia) a modo de recuerdo para enseñárselos a aquellos dueños reacios de ponerles bozal a sus perros "come-todo" porque les daba pena verlos con éste. Había piedras que no sé como son capaces de comer. 
Unos de los momentos que más se me quedaron grabados fueron en los que entré en el quirófano. 
La primera vez fue sólo de pasada para ver como terminaban la sutura de una gata a la que acababan de esterilizar. Pero la segunda fue en una operación de rodillas a un yorkshire al que tenían que poner unos tornillos para poder ponerle las patitas rectas ya que andaba torcido. Tuve que salir un momento en que me empezaba a marear por la mezcla de olores (sangre y el que desprende el bisturí eléctrico en la piel) y el calor de los focos junto con el que daban la mascarilla y los guantes (obligatorios para cualquiera que entre a quirófano aunque sólo sea como espectador).
Igual me estoy extendiendo mucho pero no me quiero dejar nada que me parezca digno de mencionarse. 
Ayudé a sujetar animales a la hora de las revisiones y a la hora de realizar radiografías (también revelé alguna en el cuarto oscuro, lo que me pareció muy interesante) a lavar a algunos tras operaciones (cosa que me gustaba menos por la sensación de cogerlos aún anestesiados), puse vacunas intramusculares (en vena no llegué a hacerlo) a unas cobayas para prevenir la sarna y a un perro que no recuerdo que tratamiento seguía. Al ser intramusculares el pinchazo es en la nuca del animal. Primero aprendí a cargar las jeringas sin dejar aire en ellas. 
Me explicaron algunas formas de vendaje y en su momento recordaba muchos detalles de todos los casos que venían y como se trataban. 
Descubrí que los gatos al despertar de la anestesia lo hacen mucho más rápido y enfadados que los perros, que es muy divertido ver como alguien intenta pinchar a un camaleón sin que le vea venir (es lo que tiene girar los ojos 180º), lo difícil que es conseguir que un cachorro de dálmata permanezca quieto a la hora de que suba al peso (parecía un canguro), que hay iguanas que ocupan todo un mostrador, lo feo que es ver un ácaro al microscopio y lo curioso de ver mi propia sangre.
No llegué a saber interpretar radiografías, pero como he mencionado me gustó revelarlas. Descubrí lo que pesa el delantal de plomo. Que cuando se le hecha fluoresceína a un perro en los ojos termina con la trufa (nariz) de un verde fluorescente. Que las espigas "trepan" por las orejas de los cockers y que es buena idea recortar los pelos de las almohadillas de los peludos para que no se les enganchen pequeños pinchos o palos. 
Fueron tres meses muy gratos y en los que aprendí muchas cosas sobre los animales, sobre todo una que ya sabía pero que quedó aún más reforzada, lo sencillo que es quererles a simple vista. 
Espero que no os haya aburrido y cualquier cosa que os haya llamado la atención, me lo comentáis. 

jueves, 5 de febrero de 2015

Sentimientos

Que difícil es poder expresar un sentimiento. Un sentimiento no será igual para una persona que para otra. Un sentimiento no todos lo expresamos igual. Y quizá el sentimiento más difícil de expresar sea el de la tristeza. No se trata de llorar, es algo más profundo.
Además de ir acompañada de otros sentimientos como la rabia, la impotencia...
Para mí la única forma que veo que puede llegar a ser la más próxima a cómo me siento sea expresarlo a través de las palabras.
Según el dicho "vale más una imagen que mil palabras", pero no podría estar más desacuerdo. Una imagen nunca muestra las cosas en su totalidad. Y como nadie es igual a nadie no tiene por qué verse con la misma perspectiva. Las palabras no dejan lugar a la duda si son sinceras.
Y cuando las escribes tienes la posibilidad de releerlas hasta ver de qué forma son las más acertadas.

Hoy 4 de febrero es un día triste para mí, ayer nos dejó una persona querida.
Ella era mi suegra y, como yo la decía, mi bicho.
Cada vez estoy cogiendo más gusto a esto de escribir pequeñas cosas que me pasan por la cabeza. Soy más de escribir cosas sencillas y alegres, pero la vida no siempre es así. Por desgracia no lo es...
No soy religiosa ni creo en Dios. Creo que puede ser que de alguna forma una persona no se vaya del todo, pero creo que sólo porque la recordamos y el tenerla presente hace que siempre esté de alguna forma.
Por eso no creo en rezos, ni en encender velas (ya no)...
Y aún así, quizá, de otra forma mantenga una especie de "fe". No en un ser superior ni en ninguna orden divina, si no una fe en algo que para mí nunca se rompe, el querer a alguien más allá de la vida.
Soy de la opinión de que cuando alguien nos deja no hay que pensar en aquello que no pudimos, "debimos" o no le dijimos. No podemos cambiarlo y no es ni sano ni productivo. El mejor homenaje que podemos hacerle es pensar en lo que si que vivimos junto a ella y retener todos esos recuerdos (incluso los malos) porque todos ellos son la forma en que para ti era esa persona. 
Recordando "esto o aquello" esa persona estará contigo.
Y si los sentimientos son difíciles de definir, lo recuerdos son algo parecido.
Y como no quiero que dejes de existir en mí, siempre te recordaré y te llevaré en mi corazón. Te quiero y querré.

D.E.P. Mari Carmen (mi bicho)




lunes, 2 de febrero de 2015

Mi hermana

Mi hermana es esa persona que a pesar de haber compartido mi mismo hogar y familia, probablemente es la persona que menos se parece a mí. Es esa persona que quieres nada más saber de su existencia, así sin más. Pero que con el tiempo, pese a cualquier diferencia que tienes con ella, sigues queriendo por méritos propios. 
Tener una hermana significa tener una persona que siempre estará ahí cuando la necesites. 
En mi caso mi hermana es la pequeña. Pero no es la clase de hermana pequeña a la que su hermana mayor le haya tenido que ir abriendo puertas. Mi hermana siempre ha sido más echada para adelante que yo y ella sola siempre ha ido avanzando. Quizá alguna vez he echado en falta que me pidiese ayuda o consejo, pero más porque quiero que sepa que puede confiar en mí. Sé que lo sabe, pero se lo recuerdo (por si lee esto).
Es cierto que como buenas hermanas hemos tenido nuestras discusiones. ¿Qué sería de una relación de hermanas sin peleas? Eso sí, a una hermana la podrás poner verde, azul o de cualquier color... Pero, que no se le ocurra a otro que no tiene calle para correr.
Mi hermana fue el mejor regalo que mi hicieron mis padres, porque gracias a ella mi infancia fue aún más feliz.
Al sacarle cinco años podría haber dejado de jugar con ella mucho antes de lo que lo hice, pero no me arrepiento. Es más, veo a las niñas de 14 años de ahora y pienso en cuando yo los tenía y jugaba con mi hermana y me parece mucho mejor opción que cualquier otra cosa en lo que ellas ocupen su tiempo.  
Creo que el tener una hermana y haber compartido tanto tiempo con ella en mis primeros años de vida han hecho mejores los cimientos de mi personalidad adulta. 
No voy a contaros detalles de ella ni cosas personales, claro está. Por otra parte, me resultaría difícil de describir. Pero si os diré que es una persona que no se rinde, que lucha por lo que quiere, abierta, espontánea, inteligente y divertida.
Ha luchado por lo que quería y lo ha logrado. Y yo me siento muy orgullosa de ella. 
Deseo que siempre le vaya así de bien porque se lo ha ganado y se lo merece.
Y como hoy es su cumpleaños pues he querido escribir estas líneas dedicándoselas.
Porque el que tiene una hermana tiene un motivo de felicidad asegurado.

Te quiero Marina : )