viernes, 28 de julio de 2017

Lecturas de julio - 2017



Espejo mortal de Dean Koontz

Un libro interesante de principio a fin.
¿Cómo reaccionarías si un individuo idéntico a ti quisiese apoderarse de tu vida?
¿Arrebatarte a tu mujer y tus hijas?
Además, alegando que tú eres quién le has quitado su vida. 
Un ser sobrenatural capaz de recuperarse de heridas mortales y lleno de ira...
Y como no, detrás de éste, una organización que esconde un secreto que para protegerlo tampoco dudará en matar.
Escogido al azar, un acierto.

Un rayo de esperanza de Francese Miralles

Estoy de acuerdo en aquello de que no se debe juzgar un libro por su portada, pero eso no implica escogerlo simplemente por ella. Por su portada y por tener la palabra esperanza.
En dicha portada aparece lo siguiente: "una novela feel cool".
Lo que viene a decir que es una novela para sentirse genial.
Y es así como te sientes leyéndola. Una historia que fluye en la que cuatro personas se encuentran en un momento crítico de su vida. Entre los cuatro se darán apoyo sin más y todo lo que parece ser una tormenta sin tregua les llevará a ver de nuevo que, si se continúa, siempre hay un rayo de esperanza. Y su vida antes gris, cambiará a un nuevo color.
Que digo yo que siendo el de la esperanza será un precioso verde.
Me ha gustado mucho y creo que en un futuro (no muy lejano), la volveré a leer.
Además, es corta y se lee de un tirón.

Anima mundi de Susanna Tamaro

Como ya había leído de esta escritora su novela Donde el corazón te lleve y me había gustado mucho, me dije pues vamos a probar con esta.
Y aunque no está mal, no me ha gustado tanto. Lo que tiene a diferencia es que mientras que en Donde el corazón te lleve todo es amor y sentimientos bellos, aquí todo es odio y malos sentimientos.
Trata de Walter y de su vida, llena de altibajos y malas experiencias.
Trata mucho el tema de la muerte y puede llegar a ser algo deprimente...
Lo dicho no está mal, pero no va a ser uno de mis libros preferidos.

oredadreV romA - cuenta atrás hacia el Amor Verdadero de Estany Loriente y Pedro Alarcón

Lo primero deciros que tenía muchas ganas de leer esta historia porque está escrita por la sobrina de uno de mis compis de trabajo al que tengo mucho cariño.
Él me ha hablado de Estany mucho y, por lo que me cuenta, me gusta su forma de ser. Además, ahora ya como amiga en el Facebook, puedo ver más cosas sobre ella y ver que sí, que me gusta como es. Y claro, leer algo suyo me llenaba de curiosidad.
¿Estaría bien lo que me encontraría en sus palabras?
Bueno, las de ellas y la del coautor del libro, Pedro.
Pues sí, si que han estado bien sus palabras. Entre los dos han hecho grandes reflexiones sobre el amor, tema principal del libro, y otros sentimientos como la paciencia, el miedo, las dudas...
Un libro sobre el amor, hecho con amor y para personas que creen en el amor.
Creo que si no se cree en que el amor verdadero existe, la novela, aunque se pueda disfrutar por su forma de estar relatada, no se puede disfrutar al 100%.
Es una historia que fluye por sí sola, que envuelve al ser leída, bella, sencilla pero a la vez muy compleja porque todo es sí es un círculo.
Dos personas que se encuentran y se dan cuentan de que están hechas la una para la otra. 
Pero que si no lo creen de veras pueden estropearlo todo.
Cuenta la historia de Pol y Elisabeth desde su final hasta como se conocieron.
La novela comienza por el capítulo final. Y es la primera que leo así, lo que me ha parecido muy original. Ya que esto solo lo había visto en películas o series.
Os lo recomiendo si creéis en la magia, pero la magia del amor, ese sentimiento que te hace ser mejor persona solo porque está ahí.
Si os ha llamado la atención podéis conseguirlo aquí.

viernes, 7 de julio de 2017

Cuento (borrador, a falta de revisar)



Un cuento que surgió gracias a la inspiración de unos personajes que me enseñaron.
Ojo, está a falta de corregir posibles erratas.
Además, tengo que revisarlo y ver si cambio o no algo.

Capítulo 1,  Álvaro

Me llamo Álvaro, tengo 10 años y los veranos voy con mi familia a la playa.
No importa el nombre de la playa, ya que ahora sé que en cualquiera de ellas los podréis encontrar si así es vuestro deseo.
Me encontraba como cualquier otro día, saltando olas y jugando a hacer enormes castillos de arena cuando algo llamó mi atención. Entre las rocas me pareció ver ¿unas algas que se movían?
Bueno, eso no es extraño, seguro que eran las olas al romper con las rocas las que provocaron ese extraño movimiento.
Claro, que unas algas no tienen ojos. Porque lo que me había parecido ver eran unos ojos que me miraban.
Sé que estaréis pensando que sería cualquier otro niño o adulto que se encontraba por la playa. Pero eso no es lo que me pareció ver. Además, no creo que nadie se atreviera a ir hasta allí con ese peligroso oleaje que podría arrastrarte mar adentro …
Vuelvo a mirar esta vez con más atención y sí, algo me mira. Siento mucha curiosidad pero a la vez ¿podría ser algo peligroso?
Mis padres me llaman, ha llegado la hora de ir a comer.
No sé qué es lo que habré visto, pero, rápidamente decido dejar en la arena un mensaje por si eso que me mira sabe leer.
Con mi dedo dejo escrito lo siguiente: si puedes leerme, me gustaría conocerte.
He comido unos estupendos filetes de pollo rebozados, patatas fritas (que me encantan) y una fresca ensalada.
He estado un rato en casa leyendo y ahora ya me vuelvo a la playa.
La casa en la que nos alojamos está bastante cerca y mis padres me dejan ir solo. Eso sí, con la promesa de no meterme en el agua más de lo que me han aconsejado.
Para mi sorpresa han contestado a mi mensaje: sería un placer conocerte, quédate detrás de la caseta del socorrista, cierra los ojos y cuenta hasta 10.

Capítulo 2, conociendo a los Peluditos

Siempre he sido precavido pero decido arriesgarme.
Me sitúo en el lugar indicado, cierro los ojos y empiezo a contar:1,2,3…
Algo me agarra pero, curiosamente, no siento miedo.
4,5,6… siento que me muevo pero no toco el suelo. Tampoco creo que esté volando. 7,8,9 y 10, abro los ojos y lo que veo me deja con la boca abierta.
Estoy en una enorme cueva pero no es oscura, unos graciosos farolillos y un enorme agujero en el techo a modo de lámpara le dan una resplandeciente luz.
Pero lo que me ha dejado más alucinado es la extraña criatura que tengo frente a mí.
Es como un peluche, con un pelaje que se nota suave y cálido, con unos ojitos enmarcados por unas enormes cejas esponjosas. Tiene unos graciosos cuernecitos adornando su cabeza y una nariz como de pelota.
Y no sólo sabe leer, si no que por las cosas que veo en su casa, cocina y hace cualquier otra tarea que podamos hacer nosotros. Tiene un enorme escritorio lleno de botes de pintura y pinceles.
Unas estanterías con libros de aspecto muy variados.
El ser interrumpe mis pensamientos y pasa a presentarse.
-Es un verdadero placer que quisieras conocerme y hayas hecho exactamente lo que te pedí. No todos los niños son tan valientes y se arriesgan.
Y dime, ¿cómo te llamas?
-Mi nombre es Álvaro.
-Encantando de conocerte Álvaro. Voy a enseñarte mi casa y a otros amigos que viven conmigo.
Yo me siento entusiasmado y apenas sé que decir. Hay tantas preguntas que me gustaría hacerle que no atino a formular ninguna.
Peludito me va enseñando su casa, las distintas estancias llenas de luz y curiosos objetos.
Todo lo que hay en ella parece sacado de la misma naturaleza.
Los muebles y cacharros son de la misma piedra que hay en la cueva.
Me presenta a más seres cómo él y le pregunto qué clase de criaturas son.
-¿Puede saber que eres exactamente?
-Supongo que para vosotros, los seres humanos, sería un monstruo. Pero nosotros sólo nos conocemos como Peluditos. Además, prefiero que nos conozcas y ya tú juzgues que crees que somos.
Me tiende la mano y sin dudarlo se la estrecho. Es de tacto suave y cálido.
Y si me olvidaba decirlo, pero desprende un aroma dulce que no atino adivinar a qué me recuerda.
Viéndole al lado de las rocas del mar me esperaba un olor diferente …
Lo que me recuerda que nunca hay que fiarse de las primeras impresiones.

Capítulo 3, salimos a navegar: descubriendo un universo de colores

Caminando de su mano nos acercamos a una salida de la cueva (una especie de puerta)  y frente a nosotros veo una pequeña barca de colores rojos y blancos. En su vela tiene dibujada una carita sonriente de un vivo amarillo.
-¿Vamos a subir a la barca?- le preguntó.
-Si te apetece venir conmigo, me gustaría enseñarte más cosas de nuestro mundo.
-¡Claro que sí!- es lo más emocionante que me ha pasado en la vida.
Nos subimos a la barca y Peludito empieza a remar, lo hace con destreza y en pocos minutos nos hemos alejado de su casa y estamos, en lo que a mi parecer, es el centro del mar.
Y mis padres insistiendo en que no me alejase de un metro de la orilla...  Si me viesen ahora estaría castigado hasta los 70 años por lo menos.
Nos detenemos y me ofrece un traje rarísimo. Me dice que confíe en él, que con ese traje podré sumergirme en el mar y respirar sin problemas.
No es como los trajes de buzos, pero a estas alturas ¿voy a preocuparme por este “pequeño” detalle?
Para mi sorpresa me encaja como si estuviese hecho a mi medida. Creo que los Peluditos  deben ser seres mágicos.
Me vuelve a agarrar de la mano y juntos nos tiramos al agua.
Es increíble todo lo que se ve ahí abajo. Lo he visto muchas veces en el ordenador de mi casa, pero es cientos de veces más bonito verlo en el lugar.
Imaginaros todos los colores pero desde sus tonalidades más claras a las más oscuras. Pues todo eso lo vi. Peces grandes, medianos y  pequeños. Animales que ni sé cómo se llaman.
Plantas que resultaron ser animales según me explicó una vez volvimos a la barca.
No sabría deciros el tiempo que permanecimos allí sumergidos, pero fue maravilloso.  Podría vivir allí abajo. Si no tuviese que volver al colegio ni necesitase comer, claro está.
Pero como no podía ser de otra forma volvimos a la barca y de la barca a la cueva.
Allí otro Peludito, que resultó ser Peludita, me ofreció algo para comer.
-¿Te apetece algo para merendar? Espero que te guste. - me pregunto Peludita.
-Sí, tiene muy buena pinta y huele delicioso. - le respondí algo tímido.
Lo que me ofrecía eran unos pastelitos de color naranja y verde.
Le di un bocado a uno y sin pensarlo, me comí tres casi sin respiro.
-¡Estaban deliciosos!, muchas gracias.
-Me agrada que así te parezca, teniendo en cuenta que a muchos niños no os gustan las verduras. - comentó.
¿Verduras? No se me había ocurrido, ¿en unos pasteles?

Capítulo 4, vuelvo a casa

Iba a preguntarle por la receta de los pastelitos, pero no me dieron tiempo. Sería bueno que los probase mi amigo Sergio, siempre dice que odia las verduras pero de seguro que estos pasteles le gustarían. No pude preguntárselo porque Peludito me dijo que debía llevarme de vuelta a la playa ya que en nada debería volver a casa o mis padres se preocuparían mucho.
Me entristeció la idea y eso debió reflejarse en mi cara porque Peludito comentó: - No te pongas triste, no he dicho que no podamos volver a vernos mañana.
Y en ese momento mi cara era más sonriente que la de la vela de la barca.
-¿Cómo haré para verte mañana?
Exactamente lo mismo que hoy. Y aunque ya me conozcas debes cerrar los ojos o no podré traerte aquí. Debes prometerlo.
-Te lo prometo.
-Entonces, ya estás listo para volver por hoy. Ha sido muy divertido conocerte y ver lo mucho que te ha gustado ver el fondo del mar.
-No creo que haya nadie a quién no le hubiese gustado, ¡ha sido fabuloso!
-Otra cosa que me gustaría que me prometieras es no contarle a nadie lo que has visto.  Hay personas que nos tendrían miedo y no querrían que jugásemos con los niños.
-Pues esas personas serán muy bobas. No te preocupes, no se lo contaré a nadie.
Aunque debía reconocer que me moría de las ganas por contárselo a mis padres y, sobre todo, a la vuelta a todos mis amigos del cole. En especial a Sergio. Que pena no saber cómo hacer esos ricos pasteles.


Capítulo 5, cuando creí que todo había sido un sueño

Volví a la playa y de ahí vinieron mis padres para decirme que era tarde y que ya volvíamos a casa.
Cené, no mucho porque ya había comido los pastelitos. Cosa que extrañó a mi madre pero cómo no podía explicárselo...
Me cepillé los dientes y me fui a dormir.
A la mañana siguiente, nada más abrir los ojos, pensé que lo que me había ocurrido no era cierto. Seguro que había sido un sueño.
¿Cómo iban a existir aquellos seres tan curiosos?
Pero no me iba a quedar conforme, estaba resuelto a repetir lo que había hecho el día anterior y ver si funcionaba.
Como por la mañana mis padres decidieron que teníamos que hacer una visita a unos familiares que veraneaban cerca de nosotros, no pude bajar a la playa.
Lo que me pareció lo peor de todo el verano.
No sería hasta pasada la hora de la comida cuando pudiese comprobar si los Peluditos existían o no.
Y por fin llegó la hora en que volví a ser libre para hacer lo que quisiera, según unas normas, que no pensaba cumplir.
No quiero deciros que no hagáis caso de las cosas que os aconsejen vuestros padres. Pero sabía que si lo del día anterior no había sido un sueño no corría ningún peligro por volver a visitar a esos seres.
A paso ligero me sitúo justo detrás de la caseta del socorrista, cierro los ojos y cuento hasta 10.
-Hola Álvaro, como ves no soñaste con nosotros.
Cuatro Peluditos (no distingo si son "chicos" o "chicas") están delante mía.
-¿Cómo podéis saber qué creí que erais un sueño? - con apenas un hilo de voz logró preguntar.
-Tú mismo ya adivinaste que somos seres mágicos. No es que leamos tus pensamientos, pero si que intuimos que no estabas seguro del todo.
Pero para que te asegures de que esto es real, ¿te apetece hacer una excursión con nosotros?
-¡Sí! - ahora no me faltó la voz.

Capítulo 6, entre las estrellas

Como la vez anterior me vi teletransportado, esta vez enfrente de mí me encontré una nave en forma de ¿platillo volante?
¿Y si estos Peluditos eran extraterrestres?
No había problema por mi parte, no me importaba de donde viniesen, ellos me estaban tratando muy bien. Estaban haciendo muy interesante y divertido mi verano.
Volvieron a intuir lo que pensaba porque uno de ellos me dijo: - no venimos de otro planeta, pero si que podemos viajar por las estrellas y ver otros planetas.
Hasta el sol podemos verlo. No acercarnos claro está, pues nos quemaríamos.
¿Íbamos a subir al platillo y ver el Universo?
-¿Vamos a subir ahí?
-Solo si te apetece. Recuerda que aquí el tiempo no pasa igual que fuera. Pero te dejaremos a tiempo para que tus padres no se preocupen.
-Pues claro que me apetece, es más ¡me encantaría! Y muchas gracias por invitarme.
-Gracias a ti que eres un niño bueno y te mereces que te llevemos.
No pude sentirme más orgulloso. solo me sentía así cuando me felicitaban por haber sacado buenas notas o cuando era el que más veces ganaba cuando jugaba a las carreras con Sergio.
Subimos a la nave, de color plata por fuera pero por dentro multicolor.
Me sentaron en un sillón de color rosa chicle con un cinturón de un verde pistacho. Y la nave empezó a vibrar y a subir. Y seguimos subiendo y cuando pude soltarme el cinturón, me asomé a una ventana  y vi todas las estrellas que siempre había visto en los libros y televisión.
Me sentí un poco culpable porque esta vez si que me había pasado alejándome.
-Nunca pensé que podría ver algo así. Lo más alto que había subido fue en una noria y pasé un poco de miedo cuando nos quedamos un rato arriba.
-Pues ya ves que ahora estás mucho más alto y no tienes miedo.
-Eso es porque aquí estoy dentro de una nave.
-Eso es porque sabes que si crees en algo mucho eso puede ocurrir.
No entendí mucho por qué me decía eso, pero siendo unos seres mágicos capaces de ir desde el fondo del mar hasta las estrellas, tenía que ser cierto.
No puedo deciros el tiempo que pasé fascinado viendo todas aquellas galaxias y constelaciones, pero si que estuve en la playa justo a tiempo para volver a casa.

Capítulo 7, cuando aún se puede soñar más

Como no quiero aburriros, no os contaré cuando me iba a casa, comía, dormía o volvía a la playa.
Sí que os contaré un par de aventuras que tuve junto a los que ya consideraba mis amigos.
Si ya ver el fondo del mar y estar entre las estrellas me había parecido alucinante, no fue para menos lo que vi al día siguiente.
-Hola Álvaro, hoy vamos a hacer otra excursión. Pero esperamos no desilusionarte porque quizá no te parezca tan emocionante como lo que ya has visto.
-Todo lo que me habéis enseñado me ha resultado maravilloso y nunca podríais desilusionarme.
-Entonces no perdamos el tiempo que es lo más valioso.
Cuando quise darme cuenta me encontraba junto a dos Peluditos dentro de una bola.
Así debían de sentirse los hámsteres cuando los metían en esas bolas para que corriesen.
-¿Vamos a ir rodando? Creo que me marearía.
Uno de los Peluditos, uno con unas rayitas en su cuerpo que se asemejaban a un árbol me dijo sonriente: -no, ni siquiera nos moveremos de aquí. Pero en un rato estarás en el pasado.
¿Al pasado? Eso sí que solo pasaba en las películas. pero a estas alturas no iba a dudar de su palabra.
-¿Vamos a ver los dinosaurios?
-Veremos los dinosaurios pero queremos enseñarte también otras cosas.
Explicaros todo lo que vi sería muy largo.
Pero si cogéis y miráis en los libros de historia o buscáis por Internet épocas del pasado, podréis imaginaros algunas de las cosas que llegué a ver.
Ya sea porque me vieron pequeño o para ahorrarme ver cosas desagradables no me enseñaron cosas de la historia de las que el hombre debería sentirse avergonzado.
Pero sin duda, los dinosaurios fue lo que más me gustó ver.
No pude tocarlos aunque los sentía incluso respirar cerca de mí.
Esta aventura también terminó, pero los Peluditos prometieron otra para el día siguiente.

Capítulo 8, ¿está vez nos hiramos al futuro?

-Hola de nuevo, no te preguntaré si estás preparado para una nueva aventura, porque sé que si lo estás.
Estos días te has dejado llevar por nosotros, sobre todo por mí, que te he acompañado siempre. - Me dijo el Peludito que apareció el primer día entre las algas.
-Has sido un niño muy educado. Ni siquiera te has atrevido a preguntarnos más cosas sobre nosotros, por eso quiero contarte brevemente nuestra historia. Será nuestra última aventura, al menos de este verano, pero la única que te lleva a un sitio único y que solo tú posees.
Ahora sí que me sentía perdido, ¿qué solo yo poseía?
Si se trataba de mi habitación no lo veía sorprendente, al no ser que ellos viniesen a compartirla conmigo. Pero entonces sí que tendrían que enterarse mis padres y ellos siempre me habían hecho prometer no decirles nada de su existencia.
No entendía nada.
-Por tu cara se ve que no sabes de qué lugar te estoy hablando.
Pues bien, hoy voy a contarte algo sobre nosotros y al terminar, averiguarás de que lugar se trata.
Ya sabes que somos mágicos, que nos encontraste en la playa, que podemos ir a casi todos los lugares y además llevar a niños buenos con nosotros.
Nosotros existimos desde siempre, desde que el sol apareció en el firmamento.
A través de los años nos dejamos ver por ciertos niños, que como tú, creen que podemos existir.
Hay niños que solo saben ver cosas en esas pantallas que cada vez hay más por todos los sitios. Y otros que sois capaces de ver más allá.
Álvaro, tú eres especial porque sí que puedes verlas. Por eso has podido venir con nosotros a ver el mar, has podido ver las estrellas y viajar al pasado.
No has dudado de quien creías tus amigos.
Incluso cuando has incumplido las normas de no alejarte de donde te dijeron tus padres has sido sincero contigo mismo y has sabido que eso no estaba bien, sintiéndote culpable. Y volviendo siempre a tiempo para no preocuparles.
Y no somos un sueño, creeme que existimos porque tú nos has visto y has estado con nosotros. O mejor dicho nosotros hemos estado contigo.
¿Sabes a dónde hemos ido? - preguntó cortando así su historia.
-Hoy aún no nos hemos movido de detrás de la caseta del socorrista. - No quise ser descortés pero ahí estábamos aún.
-Es cierto, cierra tus ojos y vuelve a contar hasta diez.
Le hice caso y de pronto lo comprendí, sí que habíamos estado viajando ese día.
Lo habíamos estado haciendo durante aquellas vacaciones y también mientras me contaba su historia.
Y ahí me encontraba yo, detrás de una caseta, con los ojos cerrados y descubriendo un lugar fabuloso y al que solo podía entrar yo.
Que razón tenía el Peludito al decirme que era un lugar solo mío.
¿Queréis saberlo? Porque vosotros también tenéis el vuestro.

Capítulo final, volvemos a casa

Sería un niño muy malo si no os dijese de qué lugar se trata, aunque para que lo penséis un poco más os escribo unas últimas líneas y os lo digo, prometido.
Estuve algunos días más y también los disfruté con los Peluditos.
Otros días hice algunas actividades con mis padres y de nuevo con esos familiares que visitamos aquel día y que resultaron ser muy simpáticos.
Llegó el último día en la playa y me despedí de mis amigos, prometiéndonos vernos el próximo verano y siempre que así lo quisiésemos.
Volví a casa.
Volví a ver a mi amigo Sergio (aún no le conté lo de los pasteles).
Pronto volveríamos al cole.
No, no me olvido de lo prometido, aquel lugar que visité aquel día fue el más extraordinario que cada uno puede visitar: su propia imaginación.
Con la imaginación puedes ver todo aquello que quieras, incluso a los Peluditos.
Así que podéis ir siempre que queráis.
Aprovechar para viajar todo lo que podáis ahora que sois niños.
Los adultos a veces se olvidan de que existe este lugar...
Yo no pienso olvidarme nunca, ¿y vosotros?

                                                                          FIN