sábado, 5 de mayo de 2018

Vida, muerte... Energía

Hace unos días hablando con un compañero de la vida y de la muerte, comentábamos que creíamos que había después de la vida.
Y si nos daba o no miedo a morir o nos daría más miedo vivir eternamente.
No quiero vivir eternamente y miedo a morir no tengo. Prisa, para nada.
Quizá el miedo podría ser a sufrir dolor o a que las personas que se quedan sufran porque me fui.
Hay gente a la que directamente le da miedo hablar sobre algo que, inevitablemente, nos sucederá a todos.
No nos educan para verlo sin tabús, a pesar de la gran ostentación (a mi modo de ver) que hay entorno a la muerte. Pues hay todo un negocio detrás.
Y sobre qué creo que hay después, la energía que tengamos.
Somos cuerpo y alma. Y el alma es energía. Si la energía no muere nunca, esa es la parte de mí que quedará para siempre.
No creo que nos juntemos en un cielo infinito. Aunque en mi corazón tenga a mis ángeles guardianes. No de esa forma, pero en energía sí que están conmigo.
Quizá esa energía es el viento que me roza, la fuerza que me hace caminar, la ola en el mar que me arrastra...

Feliz día mamá

Hay gente que dice que su madre es su amiga. Pero yo no quiero una amiga.
No quiero que siempre entiendas como pienso.
No lo quiero porque tú, sin ser mi amiga y aún cuando no me comprendas... Solo tú, sé que estarás conmigo siempre.
De pequeña me agarrabas para que aprendiese a andar. Me abrías el camino. 
Ahora, mientras lo recorro, si me caigo tus brazos volverán a levantarme.
Y no importa si reñimos o reímos, porque al final el cuento tiene un final feliz. 
No habrá ningún día de mi vida que no te lleve conmigo, porque tú fuiste quién me los regaló. 
Te quiero mucho, ¡feliz día mamá!