martes, 10 de noviembre de 2015

Hacemos el balance de lo bueno y malo

Cuando se va a acabar un año solemos hacer (como canta Mecano) el balance de lo bueno y lo malo.
Este año no sólo volvió a visitarme a la que considero mi mejor amiga, si no que además pude ir a verla a su casa y conocer donde vive, Valencia. También en este año volví a Asturias a ver a mi hermana.
Para mí estos dos hechos junto con las excursiones que he hecho junto a mis padres y Jesús los fines de semana visitando pueblos de Guadalajara que no conocía o Cuenca, son las cosas de la balanza del lado bueno. Más que bueno. Para mí estar con estas personas es lo más importante en mi vida.
Pero por desgracia, este año la balanza de lo malo me ha superado un poco. Y no porque me haya dejado vencer por la tristeza o la rabia, si no porque...
Porque este año se fueron dos personas a las que quería (quiero) mucho. María Del Carmen, mi suegra y mi abuela Esperanza. Además de Adi, el gato de la familia desde hacía 15 años.
¿Entonces, qué peso tiene en la balanza?
No quiero que sea lo que más pese, lo que "gane"... Quiero pensar en ellas, en Adi, de una forma que no duela. Que su recuerdo me deje la sensación de lo bueno de haber compartido el tiempo a su lado. No la angustia porque ya no podré repetirlo...
Me gustaría saber cómo hacerlo.
No quiero ser una pesada que cada cierto tiempo se pone tonta recordando o quiere llorar. Quiero que en mi balanza gane lo bueno. Gane la felicidad frente a la tristeza.


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